Friday, September 29, 2006

Come y Calla


Un nuevo error que añadir a la lista… y solo por golosa.
En estos tiempos es difícil encontrar un hombre con el que se pueda conversar tanto temas superficiales como grandes filosofías. Así de difícil es encontrar un hombre que te deje 100% satisfecha (sexualmente hablando) con su performance. Y si buscamos estas dos características al mismo tiempo corremos el riesgo de terminar internadas en un hospital siquiátrico en muy corto plazo.
El asunto comienza en una fiesta (que algunas féminas de un blog amigo deben recordar). No voy a entrar en detalles, solo diré que me ganó el vicio y terminé en mi cama descubriendo un gran desempeño físico de un nuevo colaborador. Se puede decir que el punto número dos se vio cubierto a cabalidad. El problema comienza al momento de hablar.
Digamos que una persona no tiene el habito de leer, tiene déficit atencional, un poco de dislexia, falta de curiosidad e inquietudes. Todo esto desemboca en una falta grave de vocabulario, problemas al momento de ordenar las ideas para verbalizarlas, dificultades para ordenar las palabras en una frase, y las frases dentro de una idea. Bueno, esta persona era el hombre en mi cama.
Entonces pienso que una cosa por otra. Buen sexo a cambio de pésimos intentos de conversación. Algo así como come y calla hacia los dos lados. Por un lado para mí: aprovecha y no te quejes (hay cosas peores en la vida que no vienen acompañadas de tal placer carnal), y por otro lado: cállate y bésame (no hay nada de qué hablar).
Pero aún así no me quedo tranquila, aún después de cada orgasmo, cierro los ojos y pienso que merezco más, que no quiero las cosas por separado y que estoy segura de que me espera algo mejor…

Monday, September 18, 2006

Ese Quebrado Corazón



Soy un desastre para las relaciones.
Cuando nací, mis papás mandaron a hacer mi carta astral, que es como un horóscopo para toda la vida que depende de la ubicación de los astros en el momento exacto del nacimiento. Me aparecía que iba a ser artista y que iba a hacer muchas cosas, bla bla bla… lo terrible fue cuando aparecía el ítem “Relaciones Sentimentales”, bueno, me pronosticaba que todas mis relaciones iban a ser dramáticas y que si algún día, por esas cosas de la vida lograba casarme, no iba a funcionar. O sea, estoy vetada de nacimiento.
Pero igual en mi infancia vi Candy y Estrellita Mía con Andrea del Bocca… y creí en el amor.
Cuando era chica era gorda y tímida, era comprensible mi poco éxito con los niños, pero ya mas grande, con centímetros de mas y varios kilitos menos empecé a pololear. Y he sido bien polola, lo extraño es que generalmente mis relaciones han terminado en dramas… Que irónico ¿no? Como ese pololo que tuve, el primer y único hombre con el que me he ido a vivir, después de dos años de pololeo le encontré una evidencia de su infidelidad, la que por supuesto me había negado por la vida de su madre (espero que mi ex suegra esté bien), me dice: “estoy confundido, necesito un tiempo”. Además de molestarme el uso y abuso de las frases clichés, no creo en los tiempos. Creo que lo que se rompió, se rompió y no hay nada que hacer. Es como cuando se le quiebra un manguito a ese jarrón tan querido que nos regalaron: lo guardamos con el fin de pegarlo con la gotita y quede como nuevo; pero, finalmente, está roto. Mis amigas siempre me retan porque me dicen que no hay que guardar cosas rotas, que trae mala suerte. Así que estoy aprendiendo a botar a la basura el amado jarrón. O la otra es la típica historia de que uno se embala más que el otro. Me ha tocado estar de los dos lados. Una vez terminé con un pololo que había llegado de sorpresa a mi casa lleno de flores y regalos para mí, para hacerme feliz… fue terrible, pero de verdad no me importó. O cuando encontré a un hombre que me interesó como hacía mucho tiempo que no me interesaba nadie, que teníamos conversaciones interesantes, excelente sexo, salíamos, veíamos películas, pero al mes de estar saliendo (ni siquiera pololeando) me dice: “no te embales demasiado conmigo porque yo no me proyecto contigo”. No me proyecto contigo, al mes de estar saliendo, pasándolo increíble; claramente esa relación no pudo tener una evolución natural, pero yo me hice la super cool y me quedé ahí sabiendo que tarde o temprano ese hombre me rompería el corazón. O cuando pololeé con un compañero del colegio que era dos años menor que yo. Era tan niño, de hecho me sentí un poco depravada… él era virgen y como sabía que yo hace rato que llevaba una vida sexual activa se sintió en la obligación de satisfacer mis deseos carnales… bueno, yo no lo obligué, él quiso… lo desvirgué. Le enseñé de a poco el arte del placer de la carne, le di las bases para que pudiera desenvolverse con naturalidad en el asunto y a la primera fiesta en que no lo acompañé, le enseñó todo lo aprendido a otra compañera de curso.
También tuve un pololo que era fanático del fútbol, mas específicamente del Colo Colo. Cada vez que había partido yo lo acompañaba frente al televisor y me sentaba en sus piernas, ya esa era la única forma de tener algún contacto con él, pero cada vez que el Colo metía un gol yo terminaba de hocico en el suelo. Si ganaban, se emborrachaba de alegría, y si el Colo perdía, se emborrachaba de pena. Así que todos los domingo yo rogaba que el Colo perdiera, porque mi pololo se iba a emborrachar igual pero yo tendría varios machucones menos.
Bueno, pero tengo que admitir que aunque lo niegue hasta la muerte, sigo creyendo en el amor… y por muy roto que esté mi corazón, lo sigo pegando con la gotita y todavía no me atrevo a botarlo a la basura.

Friday, September 01, 2006

De Vereda en Vereda (consecuencia de una segunda cita)



A veces me considero una mujer moderna, si, vivo sola, soy independiente y autosuficiente, manejo mi auto desde los 18 años, puedo hablar de sexo sin sonrojarme ya que encuentro que es el único deporte que adoro practicar (odio los gimnasios o cualquier otra actividad que me demande un esfuerzo físico extra del que estoy acostumbrada). Y creo en los encuentros casuales de sexo sin compromiso. Esas noches en que una no quiere dormir sola y busca con la vista algún candidato que también ande solo… Levantarse la mañana siguiente, no tomar desayuno, vestirse, darle un rico beso en sus labios que aun huelen a una y retirarse sin pedir ni dar su teléfono… y no verlo nunca mas, o solo encontrárselo de vez en cuando ya pasado algún tiempo para repetir la operación. ¡Perfecto! El problema comienza si justo antes de llegar a la puerta (ese limite hacia la eterna libertad), él, con su calzoncillo a medio poner, te toma del brazo, te regala una tierna sonrisa y te entrega un papel con su número escrito a la rápida. Entonces, una lo guarda en la cartera o en algún bolsillo del pantalón, pensando en lo inútil del acto cometido. Pero ¿que pasa después? Cuando, nuevamente, una va a dar media vuelta hacia la salida, agradeciendo el detalle, su mano vuelve a detener tu impulso de huída preguntando esta vez “Y tú, ¿no me vas a dar el tuyo?”. En ese momento no queda otra cosa que hacer más que correr sin mirar atrás, o definitivamente, darle tu número de teléfono. Ahí empieza el peligro… La segunda cita… Puede sonar un poco extremista, y ya tendré tiempo para profundizar en el tema, pero no tengo ningún problema en pasar la noche con un hombre y luego no volver a verlo ni preguntarme por él… pero si paso dos noches con el mismo hombre (que supuestamente sería un objeto sexual para calmar mis pasiones), termino enamorándome de él. Y como el asunto tendría que haber sido un romance sin importancia ni proyección en el tiempo, lamentablemente, una no fue lo suficientemente selectiva y termina enamorándose del más “pastel entre los pasteles”. Una vez una amiga me dijo “es rico comer pastel, pero no se puede comer pastel todos los días, hay que comer pastel cuando una tenga ganas de comer pastel”, pero ya el asunto se te escapó de las manos y no te importa engordar y terminar con el azúcar hasta el cielo con tal de estar con él. No se puede evitar lo inevitable, pueden pasar los días, las semanas o los meses, y en algún momento se termina sufriendo por este doloroso amor no correspondido, tomando todo el alcohol que se tenga cerca, para luego caminar sola hasta tu casa, cantando a todo pulmón alguna canción de la Chavela Vargas, zigzagueando por al medio de la calle desierta, de vereda en vereda, lamentando aquella cita que tu pobre corazón no tuvo el valor de evitar.