Thursday, November 23, 2006

Pastelero a sus Pasteles


Luego de escribir una carta abierta que no publicaré por melodramática, he decidido narrar resumidamente la patética historia.
Fui a una fiesta con mis compañeros y me encuentro con el pastel… bien, conversamos dos minutos y yo volví a mi grupo. Luego llegó mi hombre (el del cepillo de dientes y el ceviche de domingo). Bailamos, nos emborrachamos, nos reímos, nos manoseamos y nos fuimos.
El asunto es que al día siguiente me llama V (una de mis mejores amigas) para contarme muy complicada algo acerca del pastel. Resulta que V se peló, y pastel se le acercó muy confianzudo a sacarle el gorro que llevaba puesto para verla. Lo que escuchó V fue lo siguiente:
P: “Te ves preciosa, la cagó, te ves muy linda, no todas las minas se ven ricas peladas, pero tu la cagaste, te ves increíble. ¡Uy! Se me paró…”
V: … (Cara de no te escuché bien- además que V es medio sorda)
P: “Puta, soy sincero, se me paró.”
Ok. Luego de escuchar eso y no poder creerlo me acordé que otra amiga esa noche me había dicho que en un momento se acercó a mirar una chapita que pastel tenía puesta en su chaqueta. Y él salió con la frase:
P: “Agarra no más, total C está agarrando por otro lado, así que agarra no más”
Existen dos posibilidades:
1.- Que le ande tirando los cagados a todas las minas por si alguna engancha y se va con él, sin darse cuenta de que algunas son amigas mías y saben todo lo que sufrí por él. En ese caso es un estúpido, obvio que mis amigas me lo contarían.
2.- Que lo haya hecho a propósito para que mis amigas me lo contaran. En ese caso es cruel y perverso.Sin hacer más análisis, en los dos casos, no solo es un pastel, sino que un saco de huevas… pero de alguna forma agradezco el episodio, si, este tipo de cosas ayudan para darse cuenta de cómo era en realidad la situación, sin verdad, sin respeto, sin cariño.
De todas formas me da pena; me da pena él y me doy pena yo por haber perdido mi tiempo, mi lealtad y mi amor en él.
Ahora soy feliz, y es la última vez inflo su enorme ego hablando de él. Pastelero a sus pasteles y los sacos de huevas: que se pudran.

Thursday, November 16, 2006

Cebolla, Vino y Sexo



Pongámoslo de este modo: domingo por la mañana, despertarse en una cama que no es la tuya, estirarte y bostezar mientras recibes el primer beso de buenos días. Al principio no abres mucho la boca al recordar que aún no te lavas los dientes, pero de a poco te entregas a la pasión “mañanera” de ese erecto despertar. Con las extremidades estremecidas, el cuerpo bañado de sudor y la respiración sinfónica que grafica el estado de tu taquicárdico corazón, te escondes en las sábanas húmedas mientras él se da una ducha rápida. Se despide con mil besos a medio afeitar, esos que te irritan la pera, y te deja tomando desayuno en su cama, viendo TV Cable, mientras él va al mercado a comprar pescado y mariscos para preparar un lubricado almuerzo. Mientras él cocina, tú te duchas. Un banquete de ceviche con harta cebolla; reineta, choros, almejas y machas, además de una botella de vino blanco que contribuye al criminal efecto del afrodisíaco placer de la comida.
Nuevamente te ves desnuda reemplazando la siesta de la tarde por una apasionada entrega de rubores y sabores…
Entonces, negándote a una segunda ducha, te vistes y vuelves a tu depto, sintiendo en tu piel el olor a cebolla, vino y sexo…
¿Qué más se puede pedir un día domingo?

Thursday, November 02, 2006

Quedate conmigo



Ya. Se acabó la nostalgia, la pena y la mamonería. Hay que seguir y disfrutar… eso es lo que hecho… Acepté salir con alguien. Y estoy sorprendida, gratamente sorprendida. Resulta que el sábado me regaló un cepillo de dientes, en la tercera cita, y para que lo tenga en su baño… El tema comienza a volverse inquietante.
Así es la cosa: un hombre atractivo, inteligente, con la edad ideal, talentoso, ni actor ni músico (¡¡¡¡!!!!) me invita a salir, primera cita: un trago en un bar, mucha conversación, risas, coqueteos muy disimulados, me viene a dejar a mi depto, sube conmigo, se toma un vaso de agua, se despide y se va… NADA, ni un apretón, ni un cariñito, ni beso cuneteado, nada. OK. Segunda cita: Comida en su casa; varios amigos invitados, algunos que yo conocía del trabajo, él cocinó (exquisito), vino, cerveza, amigos que se van temprano y yo que me quedo ayudándolo a ordenar… hasta el otro día. Todo bien. Me levanto temprano, no tomo desayuno pero no me voy huyendo, recibo unos ricos abrazos y sigo con mi vida. Mensajes de buenas noches en el celular y la tercera cita; nuevamente en su depto pero sin excusas de comidas ni tragos, le pregunto que qué tiene pensado para esa noche y me responde un simple y rico: “Verte”. Y ahí llego, dejándome querer, recibiendo todos los besos que me quiere dar, escuchando todas esas cosas que a una le gusta escuchar (sin creerlo todo, por supuesto), y camino a su dormitorio me lo entrega, así, muy casual y sin darle mayor importancia: el cepillo de dientes.
Nunca dejo de sorprenderme cuando recibo uno… a lo mejor le doy más importancia de la que tiene, pero creo que es una señal concreta de interés, un “quédate aquí conmigo”. Y yo respondo: “está bien, me quedo contigo”. Me imagino que su parte pastel aparecerá mas adelante, pero por mientras: Aquí me quedo.